Como me gustaba hablar contigo
porque siempre silencioso
caminábamos juntos todas la tardes
bajo el frescor de la tarde y los cantos de la aves.
Mientras mi pensamiento volaba
tu permanecía callado, interrogando con tus grandes ojos
tiernos y profundo, me criticaban, me alababan
y también se disgustaban.
Querido amigo y compañero
hoy escribo estas letras
con pena de mi espíritu
ante tu inminente partida.
Extraño las horas que pasamos juntos
horas de alegría, penas y tristezas,
a una semana de tu `partida ya no hay paseos
ya no hay quejas, ya no hay alegría.
Hasta siempre querido amigo Bronce.
MARIA CEDEÑO
16-2-2012